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Fragmento referido a IP Poetry del texto para la muestra
"Sabotaje en la máquina abstracta"

por Eugeni Bonet

Poesía de aprovisionamiento en red

Gustavo Romano pertenece a una especie de artistas que privilegian el concepto de proyecto sobre el tradicional de obra, por la connotación que este último término tiene de una confección clausurada y llevada a un estadio definitivo. Toda su trayectoria se revela afín con dicha noción de proyecto, en tanto que hay una serie de asuntos o motivos que reformula constantemente, y que entrecruza a menudo, dando así pábulo a nuevos eslabones y proyectos.

Esa cualidad proyectiva es por otra parte inherente a sus principales incursiones en el net.art por la propia transitividad del metamedio sobre el que operan; independientemente de que algunas las de por clausuradas tras un intervalo dado. Incumbe también a la traducción de los conceptos (que siempre van antes y están detrás de los proyectos) en diversos formatos expositivos y de documentación, tanto en el espacio físico como en el virtual. Pero, más especialmente, atañe a los senderos en que se bifurca su actividad más reciente, cuyos frentes abiertos, todos ellos desde 2004, incluyen los de IP Poetry, Time Notes y Pieza con globos.

El proyecto IP Poetry constituye, a primera vista, un sendero bien particular que se adentra en los valles intermediales de lo literario y lo audiovisual, la acción y la interacción. Sin embargo, aparte de un antecedente al que me referiré de inmediato, cabe referirse a los referentes literarios que abundan en los títulos que Romano da a sus obras (La tarde de un escritor, La espuma de los días, La rosa de Coleridge…) y a una familiaridad con las coordenadas diversas de las literaturas experimentales, tanto las universales como las más inmediatas de una tradición y una escena bien viva en el marco de las letras argentinas.

IP Poetry, como su nombre sugiere, apunta a un procedimiento entre automático y aleatorio –regenerativo– de oraciones, estrofas y composiciones poéticas que son buscadas, halladas y recitadas por unos robots o IPP Bots que, a partir de las innumerables fuentes con que nos surten los proveedores de internet –proveedores de acceso y de contenidos–, ensamblan de manera prácticamente inmediata conjunciones congruentes y disyunciones disparatadas (sin las que la poesía se habría extinguido en juegos florales o incluso con los trovadores medievales) según unos patrones de programación basados en determinados inputs: palabras-clave, frases inconclusas y otras simientes textuales. Entre los elementos de programación de la voz poética, se hallan además los que permiten una lectura coral, una polifonía de determinados pasajes.

Por ejemplo, a partir de la frase “sueño que soy” se generan estrofas como la siguiente, con un estribillo a coro predeterminado:

            “A veces sueño que soy y no soy.
            Sueño que soy un volcán.
            Sueño que soy una pieza en un tablero de ajedrez.
            Sueño que soy un niño todavía.
            A veces sueño que soy un calamar.
            Sueño que soy un preso condenado a muerte.
            Sueño que soy un enano en tierra de gigantes.
            Sueño que soy solo un sueño.
            Mi vida es una horrible pesadilla.”
           
Antepasado inmediato del proyecto IPP es LogOmatic (2000), cuyo título evoca el Rayuel-o-matic, diseño del Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires para una cómoda lectura no-lineal, recombinatoria, de la novela Rayuela de Jorge Cortázar. Máquina de lectura que Romano reconcibe y transforma en una bocina audiovisual, interactiva aunque siempre soltera, todavía limitada a la emisión y ensambladura de partículas fonéticas. El diseño embrionario de dicho robot tiene incluso algo de caricaturesco por la trompeta (altavoz) que sobresale del módulo paralelepipédico, a partir del cual han evolucionado luego las nuevas generaciones de IPP Bots.

La distancia de LogOmatic a IP Poetry es la del paso de lo fonético a lo sintáctico, y de un primer padre a una generación ya multiplicada por cuatro, cuyos sucesivos ejemplares toman sus nombres según iniciales que corresponden a las cuatro primeras letras del alfabeto: Astor, Arthur, Álvaro; Braulio, Boris, Bruno; Ceferino, Charlie, Cosmo; Dardo, Dante, Dorian. Antroponimia que todavía se amplia con robots-poeta como Aoyun y Anthony que, en fase de entrenamiento todavía, ensayan el recitado de versiones en chino y en inglés de poemas selectos; lo que demuestra la versatilidad fonológica del sistema ideado por Romano.

La dimensión proyectiva de IP Poetry reside también en su diversificación, por las modalidades locales y remotas de creación y recepción de los poemas. Es decir, a través del sitio web correspondiente al proyecto, pero también en las presentaciones instalativas/performativas del mismo. En ambas circunstancias, el poeta más novicio y pedestre puede contribuir al acopio poemático que va depositándose en la máquina virtual, la biblioteca alojada en un servidor.

Para cada instalación, además, Romano tercia con la aportación de algunas simientes sintagmáticas y versiones vernáculas relativas al contexto en que tiene lugar; además de preferir, siempre que es factible, su ubicación en espacios públicos antes que en los acreditadamente artísticos.

Por último, conviene elucidar el sentido performativo que Romano concede a este proyecto y sus diversas manifestaciones, poniendo en relación a su vez dos polaridades manifiestas en su quehacer: por un lado la acción (y más concretamente, su más directo ascendiente en los events de Fluxus, la teatralidad del gesto mínimo antes que el de la de la gesticulación histriónica); por otro la exploración de los medios electrónicos (antes analógicos, hoy digitales de un modo prevalente y abocado a una condición meta- y postmedial).

En IP Poetry y sus declinaciones, los ejecutantes o actantes son máquinas, rapsodas cibernéticos. Y, por tanto, nos hallamos más cerca de aquello que, de manera demasiado imprecisa y ambigua, se ha llamado ocasionalmente postperformance, por oposición a las denotaciones de acto, presencia, dramaturgia, etc. que lo performativo sugiere antes de añadirle todo post-it por el que se cuestiona y replantea su acepción primera.

Pero, a su vez, en esta poesía de los proveedores de internet, entre las innumerables páginas web (y otras fuentes o circunscripciones) perdidas y halladas, traspapeladas y hurgadas de manera prácticamente instantánea, no se trata meramente de reproducir algo previamente almacenado, en estado sólido y permanente, sino de ejecutar en cualquier momento las variantes que se añaden (o que, a la inversa, se pierden) según el flujo constante de los datos en red.


Tras pasar por un proceso de filtrado regular que, según se advierte a propósito del IP Poetry Creator en línea, no obedece a ningún tipo de censura ni ortodoxia estética sino que meramente pretende esquivar los “meros ejercicios fallidos de aprendizaje” debidos a una insuficiente y precipitada comprensión de la herramienta.